miércoles, 14 de septiembre de 2011

Lo confieso...

Si, lo sé.
Dos entradas en un día, son demasiadas. Una al día, ya es mucho. Pero escribo por que me hace falta, igual que hay quien se emborracha, o quien esta de cafés hasta arriba o necesita ser un hijoputa para sentirse bien.
Necesito sacar eso que me corroe por dentro para poder respirar hondo, para poder dejar de pensar en ello, para que no queme durante un rato.
Necesito decir tantas cosas, que a veces no puedo, cosas que solo podría susurrarte al oído en penumbra, o cosas que te escribo y no me atrevo a contar. Quizás algún día pueda. Quizás no.
Y hoy, lo confieso, me hace falta emborracharme hasta caer, hasta no recordar, hasta olvidar y perder.




A solas desnudo despacio,
primero el cuerpo, después el alma.
Para que no duela tanto, dejo las telarañas.
Y la escarcha rodea todo,
y forma un reflejo del cuerpo desnudo
que me mira entre tinieblas,
que me humilla y se avergüenza.
A veces soy un reflejo distorsionado en el espejo.
A veces sombra, a veces luz.
A veces soy un relámpago, a veces soy fuego.
No se quien soy...

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